MEMORIA COLECTIVA:
Historias del Barro de Tonalá: Técnicas Antiguas
Por Ihta Gatica Rodríguez
MEMORIA COLECTIVA:
Historias del Barro de Tonalá: Técnicas Antiguas
Por Ihta Gatica Rodríguez
¿Dónde están los bancos de barro? Desde una perspectiva que entrelaza la tradición con los desafíos contemporáneos que enfrenta la comunidad, este estudio analiza el proceso artesanal de la alfarería en el municipio de Tonalá. El enfoque se centra en cómo los artesanos logran posicionarse en el mercado local, generando ingresos para el sustento familiar. Una pregunta se impone como reto de la contemporaneidad: ¿dónde se encuentran actualmente los bancos de barro en un municipio tan poblado y urbanizado?
La problemática radica en la relevancia del barro como materia prima esencial, y los retos que cada familia enfrenta en su acceso y utilización. Mediante entrevistas con los artesanos, se comprende la importancia cultural del proceso familiar, así como las necesidades emergentes ante los cambios contemporáneos. El diálogo revela experiencias y proyecciones de futuro, destacando la preservación de la tradición en un contexto de transformación.
La investigación analiza la situación de las técnicas ancestrales y la conexión que las familias mantienen con ellas, generando sostenibilidad. Se busca una conciliación entre la artesanía tradicional y la neoartesanía, reconociendo la validez de ambas. Asimismo, se identifican los desafíos ante la urbanización creciente y la evolución del entorno.
La metodología es cualitativa y etnográfica, basada en entrevistas con cinco familias de artesanos especializadas en distintas técnicas: barro bandera, barro petatillo (Artesanías Famma), barro betus, barro petatillo (Tradición Bernabé) y barro petatillo (Tianguis). Cada familia, encabezada por un líder artesanal, compartió sus testimonios y conocimientos, fundamentales para comprender su realidad actual.
Reflexiones sobre lo tradicional y lo moderno
La naturaleza es un catalizador cultural; la diversidad ecológica crea tramas ideológicas y memoria colectiva. Los cambios económicos y sociales han transformado el paisaje de Tonalá. Aun en una manifestación cultural como la artesanía, no se ha podido contrarrestar la modernidad opresora que consume los capitales culturales y naturales de regiones desfavorecidas.
La ecología de Tonalá se ha modificado por el rápido crecimiento urbano. En 2000 tenía 230,000 habitantes; en 2020 superó los 569,000. Este crecimiento trajo urbanización, nuevas oportunidades y retos económicos. La artesanía ha debido adaptarse. Marta Turok lo resume: “la artesanía se adapta a las condiciones que le impone el mercado actual y las necesidades que el artesano pretende satisfacer” (1988).
En México, la formación de artesanos es familiar: los conocimientos se transmiten de generación en generación. En Tonalá, todos los miembros participan, sosteniendo hogares y cultura. Claudio Malo observa que la artesanía suele constituir una microempresa familiar con local, herramientas y saberes transmitidos (2008).
No obstante, no todos los jóvenes desean continuar; muchos migran en busca de oportunidades más fáciles. Existe un rechazo al oficio heredado frente a la posmodernidad y el crecimiento económico. Aun así, este aprendizaje convierte la artesanía en extensión de la vida hogareña, cargada de valores como la honestidad y la solidaridad. Cada taller artesanal es un santuario de símbolos y tradiciones.
Ejemplo de ello es el taller de Ubaldo Macías Bernabé, que ha mantenido el barro bruñido y las máscaras de Tastoanes por tres generaciones. Sin embargo, la gentrificación, el regateo y ciertos academicismos ejercen presiones sobre la continuidad de estas tradiciones.
Surge una pregunta crucial: ¿quién presta atención al proceso detrás de la creación artesanal? Crece el interés por las narrativas personales que acompañan a cada pieza. Murillo lo afirma: “todas tienen, o en su forma, o en su técnica, el sello hondo estético” (1922).
La investigación revela el rápido proceso de urbanización, pero también la persistencia de formas de vida comunitaria. Los días de mercado son un hervidero comercial, aunque las técnicas artesanales parecen esconderse en rincones apartados. Como sostiene Fabregas Puig, “Tonalá sigue siendo el mayor centro alfarero del país y un enorme mercado de artesanías” (2001).
La antropología y la artesanía comparten conexión profunda con tierra y comunidad. Ambas resisten la globalización. Este estudio se pregunta: ¿qué pasará cuando ya no quede barro o manos jóvenes para continuar? Gómez del Campo lo expresa: “entre ojo y mano se establece un diálogo que busca el equilibrio que da forma”.
La memoria y el oficio
La artesanía en Tonalá se transmite de generación en generación. Rosario Jimón es una artesana referente en la comunidad, cuyo recuerdo conecta a su familia con el barro como sustento del cuerpo y del alma.
Para la familia Bernabé, compartir su oficio ofrece un panorama a futuras generaciones. Don José Bernabé (+) impulsó dar valor y orgullo al trabajo. Daniel Bernabé relató cómo siempre han experimentado con tierras diversas y cómo combinan tradición con modelos pedidos por clientes.
Los Bernabé sembraron una semilla hace cuatro generaciones, vidas trazadas con colores rojizos, blancos y verdes. Paciencia y detalle se convierten en virtudes heredadas.
Arte popular y neoartesanía
El Dr. Atl afirmó en 1922 que las industrias indígenas no pueden modificarse ni adaptarse. Sin embargo, la neoartesanía surge como fusión de arte y artesanía, preservando y actualizando técnicas tradicionales, adaptándolas al mercado actual.
La conciliación entre neoartesanía e identidad popular es clave. La primera busca innovación y modernización; la segunda, preservación. Un hijo de José Bernabé recuerda que en su trabajo siempre está presente la flora y fauna de Tonalá.
En Santa Cruz de las Huertas, solo dos familias practican el barro betus, caracterizado por sus colores vivos. Oscar Ortega comentó: “cada mano realiza la dirección que decide trazar, conscientes de su transformación y preservación de técnicas antiguas”.
Otro testimonio es el de un artesano del tianguis que obtiene barro en Ocotlán, preocupado por la falta de acceso a bancos cercanos. Esto refleja cómo el crecimiento urbano afecta los recursos que sostienen a las comunidades.
Conclusión
La identidad de los pueblos son sus tradiciones e inspiración hacia el trabajo. Es crucial reconocer la importancia cultural y social del trabajo artesanal, y buscar un equilibrio entre innovación y tradición.
La comunidad de Tonalá enfrenta el reto de adaptarse a un mercado competitivo sin perder esencia. La conciliación entre neoartesanía y arte popular permite generar ingresos y preservar el patrimonio cultural. La colaboración entre ambas puede fortalecer la identidad y la economía local, permitiendo que el barro siga siendo moldeado en piezas únicas que cuentan historias y tradiciones.
Así, Tonalá reafirma su lugar como centro alfarero, donde cada taller familiar da la verdadera identidad al municipio.